lunes, 4 de abril de 2011

Sombrío panorama en la epidemia del dengue

Si los temores del respetado infectólogo Antonio Arbo, son ciertos, entonces, el dolor y el sufrimiento de la madre ñeembyense que hace dos días perdió a su hijita de 8 años a causa del dengue no será el último llanto que se escuche en el Paraguay por este tema. Al contrario, si a la tardía reacción colectiva de limpieza y eliminación de criaderos del mosquito Aedes Aegypti, se suma, no solo el aparente colapso de Salud Pública para lidiar con la presente epidemia, sino también el aporte del clima con la prolongación de las temperaturas altas, las lluvias y la suba de los ríos, ahí sí que un negro panorama nos espera para las próximas semanas.
En este escenario de crisis, no faltó quien, desde el propio sistema de Salud Pública, más precisamente, una representante gremial de los trabajadores de blanco, pidió la renuncia no solo de la ministra de Salud, sino de todo el equipo técnico que gerencia el sistema sanitario del país.
Y no es para menos, volviendo a la evaluación del citado profesional médico, Arbo – Premio Nacional de Ciencias 2011– el mismo señaló días atrás a un medio radial de la Capital que “es muy probable que terminemos con mayor número de casos que en el 2007”, año durante el cual se registraron 17 muertes en nuestro país atribuidas al dengue, cifra, por otro lado, ya superada este año.
Pero, Arbo no paró por ahí, sino que cargó todavía más la tinta. Dijo que los números oficiales divulgados por Salud Pública – casi 4.000 casos confirmados de dengue – no reflejan la realidad de la presente crisis. Habló de que existiría un sub-registro del 40%, lo que significa que el número positivo de la enfermedad en cuestión llegaría fácilmente a los 5.600 pacientes y los casos de infección andarían no por los 18.000, sino por los 25.200 enfermos de dengue. Sin dejar de mencionar que las fatalidades por este flagelo llegarían a los 30 casos.
Respuesta. Otro aspecto crítico de la lucha contra el dengue se encuentra en el sistema de salud pública, donde, aparentemente, algunos médicos y enfermeras no están suficientemente capacitados para reconocer a simple vista cuando un paciente necesita internación inmediata.
En ese sentido, en las últimas semanas se sucedieron relatos de familiares de fallecidos dando cuenta de un angustiante apego al protocolo en el tratamiento de, llegando, en algunos casos, a postergar la internación de los enfermos hasta cuatro días después de las señales críticas. Hubieron dos casos en particular, una adolescente de Mariano Roque Alonso y una niña de Ñemby, quienes fueron enviadas de vuelta a sus casas y solo admitidas en terapia intensiva pocas horas antes de sus muertes.