domingo, 20 de junio de 2010

Violencia criminal enluta el Día del Papá en el país

  • Miles de padres paraguayos perdieron a sus hijos a manos de bárbaros criminales.

“Ko’ângaitepeve cherasê la che ra’yre. Vyro rei voi la ha’e oremantene va’ekue. Ore rombyasyeterei la omano hague (Hasta ahora le lloro a mi hijo. No es tanto el hecho de que él nos mantenía, pero nos duele mucho que haya muerto)”, comenzó diciendo ayer don Miguel Samudio, mientras, en su ranchito de la Villa Fátima, en el barrio Trinidad, de Asunción, preparaba un altar con la Virgen de Caacupe donde mañana domingo – él y su familia – rezarán un rosario por el eterno descanso de su hijo mayor Gerónimo Samudio, quien fue una de las 400 víctimas fatales que el infierno del supermercado Ykua Bolaños mató el 1 de agosto del 2004.

El anciano tiene hoy 67 años y junto a su esposa Luisa Valenzuela (69) trata de seguir adelante con su vida, aunque la misma nunca volverá a ser igual. A pesar de tener otros cinco hijos vivos todavía – dos mujeres y tres varones –, Gerónimo era el hijo sostén de esta pareja de ancianos, quienes viven desde hace 50 años en una precario asentamiento en el barrio Trinidad, a la vera de un arroyito cuyo barrancas fueron amuralladas con sendos muros de contención para evitar que los ranchitos de madera fuesen arrastrados por el caudal de las lluvias.

El diálogo con don Miguel es pausado, entrecortado. Las palabras no le salen con facilidad. A veces, parece que va a decir algo, se interrumpe, sacude la cabeza y se repite a sí mismo: “Na ñe rendimo’ai”. Pero el dolor, la tristeza y la rabia ante la injusticia no cambió para siempre el Día del Padre sólo para Miguel Samudio. Al igual que él, otros miles de papás paraguayos también perdieron a sus hijos para siempre a manos de la violencia criminal que reina en el país.

Además de los sobrevivientes de la tragedia del Ycua Bolaños, están los familiares de los chicos caídos en el Marzo Paraguayo, los papás de los sub oficiales asesinados antes de ayer por los terroristas del EPP, o los cientos de padres que tuvieron que enterrar a sus hijos víctimas de la brutalidad asesina que azota el país, matando niños, jóvenes o adultos para robar un celular, un vehículo o dinero.

Y, en la mayoría de los casos, tampoco la justicia está a la altura de su deber y los asesinos de víctimas inocentes no ligan ni siquiera un tuque por haber terminado con la vida de un pobre semejante, cuyo pecado habrá sido ir al colegio, esperar el colectivo, cumplir con su deber o ir de compras al supermercado.

No hay perdón. Como si hablara por todos los padres que perdieron a sus hijos, don Samudio acusa al Estado. “Ndaipori la justicia. Mba’eicha reperdonata la asesino kuerape. Ndai sentidoi. Che na perdonaichene. Ikatu Ñandejara, pero che nahaniri (No hay justicia. ¿Cómo vas a perdonar a estos asesinos? No tiene sentido. Yo no he de perdonar, tal vez Dios, pero yo: No)”, dijo el anciano, mientras doña Luisa comenzaba a sollozar en silencio.

En pedazos. “Che la che familia aretira por pedazo, hulepe. Mba’eicha reperdonata upea (Yo le retire a mi hijo en pedazos, en una bolsa de hule. ¿Cómo vas a perdonar eso?)”, dijo también don Samudio, añadiendo que siempre le decía a su hijo que él – Gerónimo – tenía que ser el sustento de la familia cuando él (don Miguel) se muriese. “Nde repytata che vece (Vos te vas a quedar en vez de mí)”, ndaje le decía el anciano a su hijo, hasta que la tragedia del Ykua Bolaños cambió el curso natural de la vida para esta familia.

Mayor tragedia civil

El incendio del supermercado Ykua Bolaños, en Trinidad, hace seis años, es la tragedia civil más terrible que se vivió en el país. En forma oficial, se contabilizan como víctimas fatales a 396 personas. La mitad de ellas eran niños y niñas. Otras 500 personas resultaron con heridas diversas, 56 de ellas resultaron con quemaduras de tercer grado y sufren hasta hoy las secuelas físicas y psicológicas de ese infierno.

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