lunes, 12 de abril de 2010

“Maté a mis padres”

  • El supuesto autor es el propio hijo de los alemanes asesinados, quienes hace tres años y medio vinieron a instalarse en Paraguay. Al principio, el tipo dijo que fue un asalto
Los vecinos de la tranquila y hermosa compañía Jakare’y de Piribebuy, departamento de Paraguarí, desayunaron ayer de mañana la espantosa noticia de que sus vecinos más queridos, los alemanes Manfred Platz (65) y Marion Platz (64), fueron degollados y que el propio hijo de la pareja, identificado como Rafael Platz (37), se declaró autor confeso del hecho.

“Yo maté a mis padres”, dijo Rafael cuando se le preguntó qué había sucedido. El tipo, esposado, estaba sentado en la patrullera y no parecía muy afectado por el hecho. Sus manos estaban vendadas y se veía claramente la sangre que empapó la gasa. El hombre habría sufrido las heridas al pelear cuerpo a cuerpo con su mamá, a quien por lo visto no sorprendió como a su papá. La pobre doña peleó por su vida, pero su hijo tenía más fuerza que ella.

En un castellano bien entendible, Rafael Platz también dijo que “me maltrataban mucho, por eso les maté a los dos”. Después, el alemán no respondió a la pregunta de si estaba arrepentido o no, pero comentó que estaba “nervioso”. Según Ángel Ramón Vallejos, capataz de la granja, el cuerpo de la señora estaba en su pieza; entre tanto, el cadáver del señor estaba al lado de la pileta. “Murió con la manguera en su mano, estaba por regar las plantas”, he’i el empleado.

Intervino en el caso la fiscala Carmen Bogado, con el apoyo de personal policial de la zona y de Criminalística de la Capital. Decenas de curiosos y vecinos se agolparon frente a la vivienda donde ocurrió el crimen. Tras los trámites de rigor, la representante del Ministerio Público ordenó el traslado del asesino confeso a la comisaría regional.

¿Loco, o ñembo letradito? Al principio, Rafael quiso hacer pasar la bola que hubo un asalto en su casa y que los ladrones mataron a sus padres. Él luego llamó a los policías, aunque los vecinos también ya los habían llamado porque escucharon los gritos de la señora que pedía socorro. “Auxilio, auxilio, auxilio. Tres veces osapukái pe kuñakarai omombe’u chéve la vecinokuéra”, dijo el capataz.

Cuando llegaron los polis, el tipo mantuvo un rato su versión. Pero el suboficial 2º Blas Espínola olió algo raro. Le hizo hablar a Rafael y después siguió un rastro de sangre hasta una laguna, en la parte trasera de la residencia rechururú donde vivían los alemanes.

“Después vine y le dije, contame la verdad, me estás mintiendo. Yo encontré el cuchillo, le dije, y ahí su cara cambió todo. Enseguida nomás, ya admitió que él era el asesino”, he’i el uniformado.

Tentativa

“Dos meses atrás quiso estrangular a su mamá”, he’i el capataz.

Lo dijo

“Cayó en contradicciones, por eso no le creí. Después le dije que encontré el cuchillo y ahí confesó”

- Suboficial 2º Blas Espínola


La frase

“No creo que él (Rafael) esté loco. O si no, no iba a querer hacer creer que hubo un asalto”

- Franz Kramberger Amigo de las víctimas

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