domingo, 25 de abril de 2010

Mitã’i y su primo fueron “presos” por tocar 10 mil’i

  • En una ocasión anterior, el nene ya había llevado siete kilos de carnaza del almacén familiar para pagar por el arreglo del freno de su bicicleta.
Un mitã’i de 13 años le sacó 10 mil’i de la billetera de su mamá y ella misma inambígui ogueraha chupe kuehe a la Comisaría 1ª de San Lorenzo, departamento Central. Y como al parecer el akãhatãlo tuvo la “ayuda” de su primito, este también fue llevado hasta la citada dependencia policial.

Los mismos polis de San Lo se asustaron cuando la madre pidió que su hijo y su sobrino quedasen en calidad de “detenidos”, por lo que tuvo que intervenir el jefe de esa unidad, komi Obdulio Diarte, quien ofició de consejero y arregló la sitú.

Este nuevo caso de mamás que quieren hacer “apresar” a sus hijos ocurrió en la víspera, alrededor de las 7:00. Un hecho similar se había registrado en la comisaría de Ñemby, el miércoles último, cuando otra madre oryryipáva nérviogui le dejó a su hijo en penitencia con los polis ñembyenses durante cuatro horas por “mal educado” y “retobado”.

En lo que hace al hecho ocurrido ayer en San Lorenzo, el mitã’i de 13 años admitió que tocó la plata de su mamá, aunque no explicó para qué. El hecho parecería no ameritar semejante reacción de la madre, pero sucede que el nene ya había llevado ¡siete kilos de carnaza negra! de la despensa que tiene la familia, supuestamente ¡para hacer arreglar el freno de su bicicleta!

Ante esta situación, la mamá habló bien con su marido y juntos decidieron “asustar” a su hijito y a su primo para que no repitan nunca más algo parecido. Entonces, les alzaron en el auto y les llevaron hasta la comisaría de San Lo. Ahí, en presencia de los caquis, los dos mitã’i se hicieron todo “kaki” porque creyeron que se iban a ir presos.

Oñesû. Inclusive, los propios polis se asustaron con el teatro’i que armó la preocupada mamá, queriendo gua’u dejarles a los nenes en la comisaría. El jefe policial de esa unidad, komi Obdulio Diarte suspendió su jornada de acondicionamiento físico de los sábados y fue a tratar el asunto personalmente.

Don Diarte habló largo rato con los mitã’i y les explicó que estaba muy mal lo que hicieron. Al cabo de unas tres horas de sermón, los nenes dijeron que estaban arrepentidos y que nunca más volverían a hacer algo semejante. Entonces, la denunciante –mamá de uno y tía del otro– les pidió que se arrodillen y que juren portarse como dos nenes buenos.

Psicología

Los capetos en sicología dicen que es “normal” que los niños “roben” de vez en cuando.

Preocupación

Pero si la conducta se vuelve repetitiva, entonces hay que pararle el carro inmediatamente.

Reformatorio

Lo que “ablandó” a las criaturas fue la amenaza de que iban a ser llevados al reformatorio. Aunque, en realidad, tal cosa es jurídicamente imposible, los nenes probablemente no tenían cómo saber eso y se asustaron terriblemente. Al final, juraron cien veces no volver a portarse mal. Por otro lado, al retirarse, los padres de los “denunciados” no pudieron aguantarse y se rieron a escondidas del ñemondyi que les dieron a sus retoñitos.

Nada de que preocuparse

Según los capetos en psicología, casi todas las criaturas, en algún que otro momento, van a tomar o tomaron alguna cosita que no les pertenece. Aún así, este hecho suele ser algo que asusta y preocupa a los padres. El miedo común de los papás es que sus hijos vayan a convertirse en feroces criminales luego. Nada que ver. Dicen los que saben de este asunto, que si el jepoko de cosas ajenas es ocasional, no hay nada de que preocuparse.

Ahora, si la cuestión se vuelve constante, entonces hay que corregir al niño inmediatamente.

Cifras

10.000 Guaraníes lo que tocó el nene de 13 años. Antes ya había tocado también un 5 mil’i. Ahora, está re-arrepentido.

7 kilos de una carnaza negra ikachopáva fue lo que llevó la primera vez, supuestamente, para el pago del arreglo del freno de su bicicleta.

“Preso” en Ñemby

La gráfica captó a G., un menor de 15 años, quien fue llevado por su madre a “meditar” a la comisaría de Ñemby, por “retobado” y “mal educado”. Para salir, el mitãrusu tuvo que firmar un “contrato” frente a los polis, jurando que iba a respetar a su mamá.

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