lunes, 30 de agosto de 2010

Una ciudad de encantos repentinos

Aregua es una city sorprendente, llena en encantos repentinos, sobre todo para el visitante que dispone de tiempo para invertir en un paseo despreocupado por las empinadas calles empedradas del casco urbano. Es cierto que uno queda resollando al cabo de unas cuadras, pero qué mejor lugar para recuperar el aliento que la escalinata sobre la calle Ricardo Pérez casi 25 de Diciembre.
¿Dónde quedará esa dirección? Je, je. Ese es el secreto de Aregua. El visitante desprevenido o el turista-tatácho, aquel que viene a chupar hasta morir a orillas del lago, ni podrá imaginar que a dos cuadras de la iglesia "La Candelaria", existe un recoveco romántico y encantador para aligerar el aliento y el alma.
Contó un paisano que arribó la cuesta -  habló tras recuperar el aliento, claro - que el lugar ya es el preferido de las parejitas. Dijo también que es una de las obras encaradas por la recientemente autodimitida administración municipal, la cual renunció para buscar el rekutu.
Pero, más allá de los ditirambos kelembuses, esta ciudad de Aregua exhuda un encanto magnético imposible de resistir. Para disfrutarla, solo bastan dos piernas y un corazón fuerte para aguantar los jadeos de una apasionante caminata por una joya natural y cultural, de la cual los paraguas tendríamos que estar indisimuladamente orgullosos.
Ich liebe dich Stadt Aregua.

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